
“Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo; y la tórtola, la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de YHVH.”
Jeremías 8:7
La Hora Ya No Es Futuro, Es Presente
Vivimos en un tiempo en el que los ciclos naturales, las migraciones, los cambios del clima y hasta los silencios de la tierra parecen gritar una verdad que muchos no quieren oír: el mundo ha entrado en un umbral espiritual irreversible.
Jeremías 8:7 no fue un susurro de lamento solo para una generación antigua, fue una trompeta velada, un eco de juicio que ha cruzado los siglos y que hoy resuena más fuerte que nunca.
Cuando el profeta declara que “las aves conocen su tiempo”, está señalando una comparación tan profunda como devastadora: los seres creados sin conciencia plena del Eterno reconocen instintivamente el ritmo de los cielos, pero el hombre—coronado con inteligencia, memoria, lenguaje y espíritu—vive desconectado del tiempo profético en el que habita.
¿Cómo es posible que el hombre, diseñado para discernir, ignore el kairos divino, el tiempo señalado por el Altísimo?
¿No hemos visto naciones desmoronarse, gobiernos tambalearse, la tierra temblar, y señales cruzar los cielos? ¿No hemos presenciado cómo lo amargo se llama dulce, y lo perverso se celebra como virtud?
El Juicio Silencioso Ya Está en Marcha
El juicio no siempre llega con fuego y trompetas. A veces llega con silencio. Llega cuando lo sagrado se convierte en objeto de burla, cuando las familias se quiebran sin dolor, cuando el corazón se endurece tanto que ya no siente necesidad de lo Eterno.
Jeremías hablaba a un pueblo que seguía ofreciendo sacrificios, que aún guardaba rituales… pero había perdido discernimiento espiritual. ¿No es eso lo que vivimos hoy?
Una generación tecnológica, informada, conectada… y a la vez ciega, insensible, atrapada en su propio ruido.
Mientras tanto, la cigüeña, la tórtola y la golondrina continúan obedeciendo su diseño. Ellas conocen su “moed”—su tiempo señalado—y responden sin resistencia. Pero el hombre se ha hecho sordo a la Voz que clama desde los cielos.
El Reloj Espiritual Está Adelantado
Hoy vemos los frutos de una generación que no reconoce el tiempo de su visitación. En Mateo 16:3, el Maestro dijo:
“Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero las señales de los tiempos no podéis.”
La historia de Sodoma y Gomorra, el juicio en los días de Noé, la caída de Jerusalén… todos son ecos de advertencia. Pero también son espejos. No solo nos muestran lo que fue, sino lo que es y lo que será.
Basta observar las señales de nuestros días:
- El colapso moral como norma.
- Los pactos familiares rotos sin peso de culpa.
- La tierra clamando a través de sequías, incendios, epidemias y desastres naturales.
- La manipulación de la verdad en los medios, y la exaltación del ego en redes sociales.
- La pérdida del asombro por lo sagrado.
Todo esto nos muestra que la hora no está por venir… ya llegó. Y muchos caminan sin saber que están en juicio, porque creen que juicio es solamente destrucción. Pero no discernir el tiempo… es ya una forma de juicio.
¿Qué Nos Dice Esto Hoy?
Que el Altísimo no ha dejado al mundo sin señales. Que Él sigue hablando, no solo a través de los profetas, sino también a través del quebranto, del silencio, del caos que pide restauración.
Como en Apocalipsis 3:20, Él dice:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré…”
No podemos seguir viviendo como si el tiempo fuera eterno. Las aves migran porque saben que hay un cambio de estación. El corazón espiritual también debe migrar: salir del letargo y volar hacia el discernimiento.
El Tiempo No Es Nuestro, Pero La Decisión Sí
Cada uno debe hacerse esta pregunta:
¿Estoy discerniendo el tiempo en que vivo?
No se trata solo de leer noticias o conocer profecías. Se trata de oír la voz del Espíritu en medio del ruido de este mundo. De entender que este tiempo no se repite. Que hay estaciones que, si se pierden, no regresan.
Como dijo el profeta: “Mi pueblo no conoce el juicio…” No por falta de advertencia, sino por falta de atención.
Reflexión Final
Las aves saben cuándo partir. El mar conoce sus límites. Los astros obedecen su órbita.
¿Y el hombre?
¿Seguirá vagando sin reconocer que el tiempo del despertar ya llegó?
Quien discierne el tiempo, no teme el juicio. Quien oye la Voz, encuentra la puerta. Quien reconoce la estación, prepara su alma.
Permanece atento. El Altísimo aún habla. Y su reloj no se atrasa.
Que esta palabra sea un faro, una advertencia y una invitación al retorno.
🕊️
Con esperanza, visión y verdad, avanzamos con discernimiento. Bendición para tus días.
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